Por ese
mundo que devolvía espejos y ventanas
Por ese
espacio que creaste donde vida y muerte eran un continuo
Donde la
sombra salía sin necesidad de máscaras
Y era tan
tangible, tan real.
Gracias por
tu mirada desprejuiciada
Por hacer
parecer que todo es posible
Y que la
transformación existe
Por sacarme
y ponerme en el barro
Por decirme
“conéctate con esas emociones”
Y sacarme la
mano de la sien.
Por ayudarme
a vomitar la piedra y que golpee el suelo
Por la
cantidad de herramientas prestadas para el crecimiento
Por el amor
del compañerismo que es invaluable,
Ese amor sin
género, ni partida de nacimiento, ni pretensiones
Ni nada que
no fuera amor.
Nada en vos
que no fuera amor.
Porque la
pena es la otra cara de la furia,
Y la vida la
otra cara de la muerte.
Por la carta
de Isis.
Por tu
confianza y entrega desmedida
Eternamente
agradecida
Llevo tu luz
para siempre en mí.
A Juan Carlos García Castañeda.