Quiso ir a abofetearlo, bien merecido estaba ese cortejo. Cómo le hubiera caído un cactus entre los muslos, algo que lo dejara mudo por rato, pero eligió ese coma.
Entro en su buitre. Se zamarrearon carne, se vieron crudos, se evitaron indefensos. Ella le recitó a su madre sin comillas, lo envió a la cama sin verdades razones.
A él, no le quedo más que olvidársele.

-Cara de insecto, déjame déjame. – Dijo

-Cara de embalsamado sentimiento, indigna, ya te dejé.